Cómo llegar ?

Usted puede visitar la Capilla de Siecha, en el Municipio de Guasca, Cundinamarca - COLOMBIA
(Ver mapa al final de la página)

Éste maravilloso lugar construído en el siglo XVII, se encuentra a una hora de la ciudad de Bogotá, por la vía La Calera - Guasca (en excelente estado) con pago de peaje de ida y de regreso.
Está abierto al público todos los días del año, de las 8.00 a las 17.00 horas
El valor de la entrada es de $ 2.000 pesos colombianos (US 1,0 aprox.)

Si Usted desea mayor información sobre otras actividades, filmaciones o alquiler del sitio, pregunte en la Capilla de Siecha (única sede de ASOSIECHA) por el Sr. Víctor Díaz o envíe un mensaje por correo electrónico dirigido a ANA MARÍA GROOT - Directora.

Asociación para la Defensa del Patrimonio Natural y Cultural de Siecha - ASOSIECHA


La Asociación para la Defensa del Patrimonio Natural y Cultural de Siecha - ASOSIECHA, surgió como resultado de un proceso de organización comunitaria que se inicia en 1988, en torno a un problema de deterioro ambiental en el municipio de Guasca. Es una organización no gubernamental (ONG), inscrita en el Ministerio del Medio Ambiente, con Personería Jurídica reconocida por la Alcaldía Municipal de Guasca, inscrita en la Cámara de Comercio de Bogotá en el libro de entidades sin ánimo de lucro. Está conformada por 50 miembros, campesinos y personas vinculadas a la región, interesados en la sostenibilidad ambiental del municipio y la recuperación de la memoria histórica para la consolidación de una identidad propia. ASOSIECHA se constituye en 1994 con la adquisición de la Capilla de Siecha.

Nota: Iconografía Mhuysqa del libro "Los Rostros del pasado". ANTONIO GRASS. 1982

Primer Premio Convenio Andrés Bello CAB - 1998



Primera convocatoria Concurso internacional - Publicado en el libro "Somos patrimonio" No 1. Convenio Andrés Bello - 91 experiencias de Apropiación Social de patrimonio Cultural y Natural - 1999.


EL VALLE DE GUASCA,

UNA RESERVA DE VIDA QUE HAY QUE PROTEGER Y CONSERVAR


A la memoria de Don “Chepe” Rodríguez ejemplo de un hombre que supo amar y defender su tierra


INTRODUCCIÓN

A una hora de Santafé de Bogotá, en el corazón de la cordillera oriental, se encuentra un valle de incomparable belleza, uno de los lugares en los cuales floreció la cultura de los muiscas, quienes lo habitaron hasta la llegada de los españoles. Esta sociedad, eminentemente campesina, con creencias fundadas en mitos y leyendas, rodeada de magia, adoradora de la naturaleza, estaba formada por caciques, chiquis o sacerdotes, alfareros, orfebres y agricultores, de naturaleza pacífica.

Actualmente, este apacible lugar está habitado por descendientes de muiscas y españoles, que por siglos han sabido servirse de la naturaleza en forma racional. Como hábiles agricultores, viven del producto de la tierra y de la crianza de animales, y llevan con orgullo sobre sus hombros una ruana, tradición heredada de sus antepasados y típica de las regiones aledañas a los páramos.

En medio de este hermoso paisaje se levanta solitaria y silenciosa una pequeña capilla que data del siglo XVIII y que fuera entonces, iglesia doctrinera de los Dominicos establecidos en el poblado de Guasca para convertir a los indígenas a la religión católica. Hoy esta reliquia es blanco infalible del lente de una cámara, deleite de los ojos de los transeúntes que pasan por sus alrededores, inspiración de poetas y artistas, nido de golondrinas, símbolo de una época, arte hecho arquitectura y orgullo de los campesinos que crecieron contemplándola y admirándola.

Pero a pocos pasos de este monumento aparecieron unas industrias de extracción de gravilla que amenazaban con extinguir la memoria histórica de los habitantes de la región, su fauna, su flora y su paisaje, pues sólo veían en el valle Eldorado que los españoles nunca encontraron. La comunidad, indignada, echó mano de las leyes, acudió a los organismos encargados de la protección del medio ambiente y, al no obtener ayuda, se organizó en la Asociación para la defensa del patrimonio natural y cultural de Siecha - ASOSIECHA, compró la capilla, se la apropió y la convirtió en símbolo de la defensa de su patrimonio natural y cultural. Al cabo de seis años de lucha, dichas industrias fueron desalojadas por la presión de la comunidad sin que hasta ahora se haya llevado a cabo la recuperación de los terrenos deteriorados.

ANTECEDENTES

Durante más de 50 años, la principal zona de extracción de gravilla y arena lavada estuvo localizada en el suroriente de Santafé de Bogotá, sobre la ribera del río Tunjuelito. Debido al manejo inadecuado que se le estaba dando, los barrios vecinos se vieron perjudicados, hecho que, sumado a la demanda de materiales para la construcción, obligó a la Corporación Autónoma Regional, CAR y a la Secretaría de Obras Públicas del Distrito a contratar el Estudio y Plan de Manejo de la Cuenca Alta del Río Bogotá. Dicho Estudio fue contratado con la compañía consultora Estudios y Proyectos Ambientales, EPAM Ltda. Según este Estudio, Guasca ocupaba el segundo lugar entre los municipios de la sabana, como alternativa de suministro de materiales extraídos del subsuelo.

A mediados de 1988 la CAR autorizó a la compañía Congravas Ltda. la explotación de los terrenos localizados en el municipio de Guasca, entre la Capilla de Siecha y el río Siecha, basándose en el mencionado estudio, pero desatendió por completo las recomendaciones, en el sentido de que si bien “[...]. El cálculo de reservas estimado para las vegas del Río Siecha asciende a 47,000,000 de metros cúbicos, no se recomienda su explotación en estas terrazas debido a que éstas constituyen las zonas económicamente activas y productivas de la región”. De esta manera se dio inicio al acelerado deterioro ambiental de Siecha.

Quienes habitan sus alrededores vieron con extrañeza y desagrado cómo en pocos meses el paisaje natural iba desapareciendo, los alisos fueron tumbados y reemplazados por una maquinaria que acabó con la tranquilidad y el silencio del valle de Guasca. Al sonido del correr del agua y al canto de ranas y pájaros se impuso el ruido de las excavadoras y de la trituradora de piedra que retumbaba, incluso durante la noche. Por si fuera poco, las aguas del río Siecha, al igual que las acequias de servidumbre fueron contaminadas con aguas residuales, y el verde paisaje se transformó súbitamente en montañas de lodo y en lagunas de aguas estancadas.

Para empeorar la situación, en 1988, la alcaldía de Guasca, sin el correspondiente permiso de la CAR, autorizó la localización de dos industrias de explotación y procesamiento de gravas y arenas, en predios cercanos a la Capilla de Siecha. Haciendo uso del Derecho de Petición y, con la esperanza de obtener rápida solución, la comunidad de Siecha dirigió una queja a la Subgerencia de Manejo y Control de los Recursos Naturales de la CAR, en mayo 30 de 1989. La carta nunca fue contestada.

ESTRATEGIAS DE ACCIÓN

Ante tal indiferencia por el deterioro ambiental, y frente al desconocimiento general del Código de los Recursos Naturales vigente, el actual director de Asosiecha solicitó al Consejo de Monumentos la declaratoria de la Capilla de Siecha como Monumento Nacional, debido a que se encontraba directamente afectada. Mediante el Decreto 604 de 1991, expedido por el Ministerio de Educación Nacional, la Capilla fue declarada Monumento Nacional, junto con 457 hectáreas a su alrededor. Desde entonces, se convirtió en el símbolo de la defensa ambiental del Valle de Guasca.

Adquiere una especial importancia lo referente a la conservación futura de la Capilla, dado que ésta se ubica en una región donde a partir de los últimos años se ha iniciado un proceso de sustitución de la actividad agrícola tradicional por la explotación de materiales pétreos y agregados para la construcción. Proceso que conlleva a un grave deterioro ambiental que afecta la flora, la fauna, el paisaje y los recursos hídricos de la región [...]. Las consecuencias de la explotación industrial de materiales pétreos en la región, las consideramos negativas porque atentan contra la conservación del conjunto y, en mayor medida, de su entorno. Y es también esta variable la que le da el carácter de urgente e inaplazable a las medidas que se deben tomar con el fin de proteger y garantizar la conservación, no sólo del conjunto arquitectónico, sino también de su entorno natural. [2]

De acuerdo con la Ley de Reforma Urbana, en la cual se ordenaba a los municipios “a tener un Plan de Ordenamiento para regular, controlar y aprovechar mejor los recursos del municipio y evitar el uso indiscriminado de los mismos”, el municipio de Guasca expidió el Plan de Ordenamiento Físico, en el cual se delimitó una zona industrial sobre la carretera a Guatavita, donde aún opera una empresa de explotación de gravilla.

Ante la necesidad de obtener suficientes argumentos, tanto legales como técnicos, la comunidad solicitó el apoyo al Ministerio de Minas y Energía, el cual afirmó:

Las compañías establecidas allí han modificado el patrón de uso de la tierra, de vocación agrícola a minera, no han iniciado la readecuación morfológica del terreno ni la implantación de barreras vivas alrededor de las explotaciones para contrarrestar el impacto paisajístico causado en el área, así como tampoco para contrarrestar los procesos erosivos [...]. Este tipo de actividad minera tiene un impacto directo sobre el recurso hídrico superficial, contamina la calidad de las aguas, modifica los patrones de escorrentía natural y en grado mayor altera los regímenes de humedad del suelo, lo que perjudica a buen número de habitantes que utilizan este recurso para consumo humano, uso doméstico, ganadero, agropecuario y piscícola.

Pero sin duda alguna el apoyo del Instituto Geográfico Agustín Codazzi, con el informe de geomorfología e impacto ambiental del sector de canteras de Guasca, Cundinamarca, de octubre de 1990, fue uno de los más valiosos en la medida en que aportó argumentos científicos que posteriormente fueron ratificados por la realidad.

La explotación del cauce del Río Siecha es totalmente contraria a los conceptos ambientales y al Código de los Recursos Naturales del Inderena, en el caso concreto, la extracción de material directamente del cauce del Río Siecha ha provocado la destrucción del sistema fluvial al inducir una erosión acelerada del cauce hacia aguas arriba, la socavación de la orilla y la destrucción de la vegetación nativa de alisos [...]. Las explotaciones no presentan medidas de adecuación de los terrenos al terminar la extracción de materiales, en especial los predios de Congravas en el sector de la Capilla de Siecha, por lo cual se deben tomar medidas inmediatas de protección ambiental tales como la empradización para evitar la contaminación de los sistemas fluviales más próximos.

Desafortunadamente ninguna de las advertencias ni de sus recomendaciones fueron tenidas en cuenta por las entidades, a las cuales se hizo llegar oportunamente la copia de los mencionados informes. Tampoco fueron acatadas por las industrias de explotación de gravilla, a pesar de los compromisos adquiridos ante la CAR y el Ministerio de Minas y Energía, al obtener las respectivas licencias de explotación, a sabiendas de que es requisito indispensable la presentación del estudio de mitigación del impacto ambiental que incluye, por supuesto, la recuperación parcial y una serie de obras durante el proceso de producción, así como la recuperación final al término de la explotación.

En agosto de 1990 se convocó al Primer Foro por la Preservación del Medio Ambiente en el Valle de Guasca, con miras a organizar un paro cívico para exigir la adopción del plan de manejo ambiental del municipio, sobre la base del cierre definitivo de las gravilleras y la inmediata recuperación de los terrenos destruidos.

FORMAS DE PARTICIPACIÓN COMUNITARIA

Hasta este momento, las quejas ante las instituciones del Estado se habían hecho de manera aislada, a través de las organizaciones comunales ya existentes, por iniciativa personal de algunos miembros de la comunidad de Siecha. Sin embargo, la situación misma exigió la conformación de una organización que asumiera la representación legal de la comunidad de la zona, directamente afectada. Fue así como en abril de 1991, se planteó la creación del Cabildo Verde de Guasca.[3]

En febrero de 1991, la situación se hizo cada vez más crítica dada la presión de las industrias de extracción de gravilla y arena lavada, motivada por la demanda de materiales pétreos para la construcción del Embalse de San Rafael, en el municipio de La Calera. De acuerdo con la relación de expedientes de la sección de Sistemas e Información Minera del Ministerio de Minas y Energía, se mostró que 16 solicitudes, entre junio de 1989 y junio de 1990, habían sido radicadas y se encontraban en trámite para explotar 3300 hectáreas del valle de Guasca.

En julio de 1991, el Instituto de Investigaciones Culturales y Antropológicas, ICAN, presentó a la CAR el Estudio de reconocimiento arqueológico del valle de Guasca, sector nororiente de la Sabana de Bogotá, en el cual dice: “[...]. La extracción del subsuelo en el Municipio de Guasca destruirá de manera permanente los vestigios arqueológicos que es necesario preservar con fines de investigación histórica y como parte de la formación de la identidad regional, valores que parecen no tener sentido frente a los beneficios económicos que se extraen de la región.” [4]

El Estudio del ICAN también fue desatendido por la CAR, con la Resolución No. 2757. Este hecho motivó la presentación de una denuncia penal contra el director de la CAR[5], la directora general de Asuntos Legales[6], la jefe de la División Legal de Minas del Ministerio de Minas y Energía[7] y el alcalde municipal de Guasca[8], ante el juez promiscuo municipal de Guasca. La denuncia fue enviada con oficio penal al señor juez de Instrucción Criminal (reparto) de Santafé de Bogotá, el 28 de octubre de 1991 pero tampoco se obtuvo respuesta alguna.

La Constitución Política de Colombia fue decisiva para la definición de los lineamientos que posteriormente se concretaron con la reglamentación y jerarquización institucional del manejo y control del medio ambiente.

En septiembre de 1991, el Cabildo Verde de Guasca elaboró una propuesta para la recuperación de parte del Área de Influencia de la Capilla de Siecha, que abarca las zonas deterioradas por las cuatro industrias de explotación de materiales de construcción instaladas en sus alrededores. En febrero de 1992 el proyecto se envió a la Comisión Colombiana para la Conmemoración del Quinto Centenario del Descubrimiento de América y en marzo del mismo año fue avalado institucionalmente[9], incluyéndolo en la Agenda Oficial 92. Este hecho permitió adelantar gestiones con el Fondo para la Protección del Medio Ambiente, FEN, Colombia y con el director de Parques Nacionales del Instituto Nacional de los Recursos Naturales Renovables y del Ambiente, Inderena, con el fin de buscar apoyo para el proyecto y la protección de la zona devastada por las empresas gravilleras. Se logró su publicación dentro de la Guía de Programación Oficial de la Comisión del Quinto Centenario.

Con estos documentos como instrumentos legales, se inició una segunda etapa de presión que exigió el cumplimiento de las normas y leyes vigentes, con la firme convicción de hacer valer los derechos de la comunidad afectada y, siempre, utilizando la palabra como la mejor arma de defensa. Sin ningún tipo de asesoría legal ni económica, la comunidad de Siecha demostró que nada vale más y que nadie puede reemplazar a una comunidad organizada, “la unión hace la fuerza”.

1991 a 1993 estuvieron marcados por una incansable tarea de envío de innumerables comunicaciones, quejas, solicitudes y cartas con cientos de firmas dirigidas a la CAR, al Ministerio de Minas y Energía, a la Alcaldía de Guasca, al Inderena, a Colcultura, al Consejo de Monumentos Nacionales, a la Procuraduría General de la Nación, al procurador delegado de Asuntos Agrarios, al procurador delegado en lo Civil, a la Secretaría del Medio Ambiente, a la Gobernación de Cundinamarca, etc. El tiempo que implicó el constante esfuerzo de mantener viva la denuncia, complementado con la valiosa ayuda de los medios de comunicación (prensa, radio y televisión), como mecanismo de presión, pronto se vería recompensado, en la medida en que permitió, además, acumular pruebas irrefutables y fácilmente comprobables en las áreas devastadas, con respeto al incumplimiento de las normas, a la falta de control por porte de las entidades competentes.

Por solicitud del Ministerio de Minas y Energía, de agosto de 1993, el Instituto de Investigaciones en Geociencias, Minería y Química, Ingeominas, en marzo de 1994, entregó el concepto sobre el estado de las explotaciones en el Área de Influencia de Capilla de Siecha:

La minería a cielo abierto es una actividad considerada de alto impacto sobre el medio ambiente. De otro lado, no se puede desconocer la importancia que tienen los minerales y los metales sobre el ser humano, su progreso y su destino. Dentro del contexto de los materiales de construcción en la Sabana de Bogotá, las gravas constituyen un recurso escaso e invaluable. Es claro, pues, que no se puede prescindir de la explotación de recursos minerales, y que esta actividad lejos de disminuir, se intensificará en el futuro [...]. El valor cultural de la Capilla es innegable. A pesar de ello, ésta está muy descuidada y de acuerdo con información suministrada por la Jefe de Planeación de Guasca, el predio donde se encuentra pertenece todavía a un particular y no se ha podido llegar a un acuerdo económico con el municipio. Al parecer la Corporación Nacional de Turismo ha expresado su interés por administrar el monumento histórico. Lo cierto es que la capilla acusa un deterioro físico creciente y no se ha implementado la organización necesaria para que el lugar se promocione como sitio de interés turístico e histórico, y sea frecuentado como tal [...]. Las explotaciones estarían generando un impacto visual sumamente grave si la Capilla de Siecha ya se hubiese organizado como sitio histórico de interés turístico. En la actualidad no hay los visitantes, por lo cual la situación no es crítica [...]. Se pudo detectar una oposición de los miembros de la comunidad. Las quejas principales se fundamentan en el ruido presente hasta altas horas de la noche y en que las explotaciones alteran los niveles freáticos naturales dejando sin agua los aljibes que satisfacen el consumo de los habitantes de la zona. Los explotadores, por su parte, afirman que nunca se trabaja de noche.[10]

Ante el peligro de la eventual desaparición de la Capilla de Siecha, el Cabildo Verde de Guasca propuso a varias entidades estatales debido al deterioro ambiental de su compra, había sido puesta en devaluada venta. Se llevaron a cabo reuniones con la Corporación Nacional de Turismo[11], la Alcaldía[12], el Consejo Municipal de Guasca y la Secretaría del Medio Ambiente de la Gobernación de Cundinamarca que, a través de su Director[13], se mostró muy interesada en adquirir la propiedad, al punto de solicitar en diciembre de 1992 un avalúo oficial al Instituto Geográfico Agustín Codazzi.[14] Dicho avalúo fue estimado en la ridícula suma de $ 12,440,000.oo, suma que apenas alcanzaba, como era de esperarse, a cubrir la mitad de las aspiraciones del dueño. Esta situación llevó al traste la materialización de cualquier negociación por parte de alguna entidad oficial.

RESULTADOS

En julio de 1992, por iniciativa de la Secretaría del Medio Ambiente, se convocó a una reunión, con las industrias de explotación de gravilla para la presentación del proyecto del Parque de la Capilla de Siecha, pero al no poderse llevar a cabo la adquisición del predio, el proyecto se archivó. Fue así como el Cabildo Verde de Guasca fue fraguando la posibilidad de que sus miembros adquirieran la propiedad de la Capilla. En septiembre de 1993 se hizo formalmente la propuesta al dueño, y el sueño se materializó con la firma de la promesa de compraventa el 16 de julio de 1994. Al término de cinco meses, un grupo de 50 personas se comprometió a reunir $ 25,000,000.oo, para garantizar su conservación. Con la compra se vio la necesidad de conformar, a partir del Cabildo Verde, una asociación sin ánimo de lucro destinada a velar por la recuperación de los valores históricos y ambientales de Guasca, denominada Asociación para la Defensa del Patrimonio Natural y Cultural de Siecha - ASOSIECHA.

Simultáneamente a este feliz acontecimiento, 1994 fue decisivo en el rumbo que tomaron las acciones relacionadas con el futuro ambiental del municipio de Guasca, debido a que, en diciembre de 1993, se expidió la Ley 99 que marcó un cambio definitivo sobre la legislación ambiental y, de hecho, sobre la jerarquía institucional para su manejo y control.

Artículo 61. “Declárase la Sabana de Bogotá, sus páramos, aguas, valles aledaños, cerros circundantes y sistemas montañosos como de interés ecológico nacional, cuya destinación prioritaria será la agropecuaria y forestal. El Ministerio del Medio Ambiente determinará las zonas en las cuales exista compatibilidad con las explotaciones mineras.”[15]

El 6 de enero y el 15 de mayo de 1994 se produjeron los acontecimientos que marcaron la etapa final de un largo proceso de lucha por la exigencia del cumplimiento de las leyes ambientales vigentes. En esos días la comunidad de Siecha se tomó pacíficamente las instalaciones de una de las industrias de gravilla[16], exigiendo la presencia de las autoridades municipales para la verificación de las licencias de explotación y el reconocimiento del estado de los predios deteriorados. Ese hecho obligó a la Procuraduría General de la Nación a intervenir como mediadora entre las empresas y la comunidad. Simultáneamente la comunidad solicitó la intervención de la Secretaría del Medio Ambiente de la Gobernación de Cundinamarca, como perito para la evaluación técnica de las empresas gravilleras; el informe fue entregado el 18 de mayo del mismo año.

“Las dos empresas[17], por su sistema de explotación, están generando un gran impacto visual y paisajístico [...]. No existe recuperación morfológica de los huecos, ni remodelado de taludes [...]. Varios de los huecos explotados no presentan ningún tipo de aislamiento, ocasionando peligro de accidentalidad para los habitantes vecinos.”[18]

Estas conclusiones fueron rechazadas el 1 de junio por los empresarios de las industrias de gravilla, hecho que rompió definitivamente las conversaciones. La presión que las empresas continuaron ejerciendo se hizo sentir nuevamente el 24 de junio, a través de un artículo en el diario El Espacio titulado: “En Guasca, con el pretexto del medio ambiente, sabotean obras para desarrollo de Bogotá”.

La tensión se agudizó con la solicitud del listado general de licencias para extracción de gravilla en el municipio de Guasca, ante el director general de minas y energía.[19] La relación fue entregada el 23 de junio de 1994, incluyendo los planos de localización de las industrias. Se confirmó que a la fecha se habían radicado 42 solicitudes, correspondientes a 9000 hectáreas. Entre esas solicitudes, 31 ya habían sido otorgadas, lo que equivalía a 7500 hectáreas, y 11 (las 1500 hectáreas restantes) se encontraban en trámite. Es necesario aclarar que el área del municipio de Guasca es de 37,575 hectáreas[20] de las cuales 20,000 corresponden al páramo de las Lagunas de Siecha y 17,000 al valle de Guasca, dentro del cual se encontraba ubicada la totalidad de las solicitudes.

La conclusión a la que llegaron los pobladores de Siecha fue que el Ministerio de Minas y Energía estaba condenando a Guasca a la desaparición y con él, a la cuenca hidrográfica de los ríos Siecha, Chipatá y Aves, únicos afluentes del embalse de Tominé que constituye una importante reserva para el acueducto de Tibitó que surte de agua potable a un sector importante de Santafé de Bogotá.

A partir de ese momento se inició una campaña de denuncia generalizada. Los muros de la Capilla de Siecha sirvieron para plasmar el descontento de la comunidad de la zona. Con letreros, los campesinos exigían, además del respeto a la vida del valle de Guasca y a sus valores históricos y culturales, el cierre definitivo de las industrias de gravilla.

Durante la primera semana de julio de 1994 se llevó a cabo un bloqueo pacífico a las industrias de los alrededores de la capilla, hecho que impidió el acceso y la salida de vehículos y materiales, durante tres días. A través de los medios de comunicación, la movilización exigió la presencia de los funcionarios del Ministerio de Minas y Energía. El día 12 de julio de 1994 fueron expedidas las resoluciones 100854 y 100855 que ordenaron:

La suspensión de los trabajos de explotación por el término de seis meses para que dentro de ese plazo, se efectúe la recuperación morfológica, relleno de pozos, los cuales presentan peligro para las personas y animales y están causando la disminución de los aljibes, recuperación de servidumbres de aguas, la filtración de aguas hacia otros predios, medidas de mitigación de ruidos y la canalización de aguas que se utilicen en las explotaciones y plantas de procesamiento en forma racional, para no perjudicar al vecindario que tiene derecho a beneficiarse de las mismas. El Ministerio del Medio Ambiente o la Corporación Regional respectiva, hará el seguimiento necesario para el cumplimiento de lo ordenado, en atención a lo dispuesto en los Artículos 5o. y 31 de la Ley 99 de 1993.

Con el apoyo decisivo del alcalde de Guasca, se suspendieron los trabajos de explotación, la maquinaria fue retirada, y algunos de los terrenos que fueron deteriorados y abandonados, hoy se encuentran a la venta. Después de cinco años, no se ha hecho ningún tipo de recuperación por parte de las industrias que aún están obligadas a realizarla.


CONSOLIDACIÓN LEGAL DE ASOSIECHA

Mediante la Resolución 018 del 22 de febrero de 1995 la Alcaldía de Guasca reconoce la Personería Jurídica a la Asociación para la Defensa del Patrimonio Natural y Cultural de Siecha - ASOSIECHA.

Uno oye hablar a los Amigos de Siecha y se va llenando de alegría; provoca salir a gritar a los cuatro vientos: colombianos seguid el ejemplo de estos 50 compatriotas enamorados de su tierra y comprometidos a luchar por la grandeza de su terruño. Un extranjero, bastante conocedor de bellezas y paisajes, calificó el Valle de Guasca como el más bello del planeta. Doy fe de su hermosura. Yo, luchador porque los colombianos tengamos amor a nuestro pasado y arraigo de identidad nacional, me declaro conmovido al ver cómo 50 personas, entre las que hay pobladores del valle, vecinos, campesinos y algunos profesionales de Bogotá, unidos por diferentes motivos a este terruño se llevaron la mano al bolsillo y pusieron cada uno medio millón de pesos para comprar la Capilla de Siecha. Asosiecha es un ejemplo para todas las comunidades de Colombia que ven pisoteados sus derechos, por quien sea. ¡Ojalá surjan Asosiechas por todo el país![21]

OBJETIVOS

La Asociación para la Defensa del Patrimonio Natural y Cultural de Siecha - ASOSIECHA, tiene como objetivos principales:

· Desarrollar actividades de recuperación, preservación y difusión del patrimonio cultural local y nacional.

· Incentivar la participación de los diferentes entes sociales, con miras a lograr una cultura de la organización, de la participación y la democracia, en el marco del desarrollo sostenible. Estos objetivos se concretarán con la creación del Parque Natural y Cultural de Siecha, como centro de recreación, investigación, recuperación y preservación natural, histórica y cultural de la región, a partir de las siguientes áreas de trabajo definidas como prioritarias:

Medio ambiente

Este programa pretende generar un proceso participativo que permita conocer la problemática del medio ambiente de la región y adelantar acciones relacionadas con su protección y preservación. Dentro de sus metas, a corto plazo, está la realización de un diagnóstico sobre la situación del medio ambiente de la región, que permita establecer su condición actual en términos del manejo de los recursos naturales, tanto a nivel comunitario como institucional; desarrollar un trabajo de educación ambiental para promover una actitud de convivencia y respeto por el entorno e implementar una estrategia de comunicación, que permita que los contenidos de preservación y protección de los recursos naturales sean de conocimiento general para la población y las instituciones responsables de la zona. Dentro de las actividades de recuperación y preservación del patrimonio natural se ha planteado, a partir de la creación del vivero de Asosiecha, la idea de crear un Centro de Investigación para la reproducción de especies nativas de bosque y sotobosque, en vías de extinción, como programa complementario al Jardín Botánico, propuesto en el proyecto de parque.

La Asociación, bajo la supervisión de un agrónomo especializado en la producción de alimentos biológicos, piensa desarrollar un programa experimental de cultivo de verduras sin productos químicos, que permita caracterizar la región en tal sentido (aprovechando la Capilla como sitio de interés turístico) y que ofrezca alternativas de subsistencia a los campesinos de la zona.

Participación ciudadana

Con la implementación de este programa, Asosiecha busca fortalecer la gestión local a través de un proceso de capacitación integral en asuntos locales, que involucre a la ciudadanía y a la administración municipal en sus intereses y competencias. Actualmente se está construyendo el módulo que hemos denominado Planeación Local para el Desarrollo, el cual contempla: la planeación con perspectiva de manejo de los recursos naturales (Ley 99 de 1993, de Medio Ambiente) y la planeación con perspectiva del manejo del patrimonio cultural (Ley General de Cultura, No. 397 de 1997).

Patrimonio cultural

El objetivo de este programa es promover la conservación del Monumento Nacional Capilla de Siecha como centro dinamizador de un parque cultural y ecológico, orientado a la recuperación de la memoria histórica de la región, al fomento de la educación ambiental de sus habitantes y a la definición de una política ambiental para la conservación de las fuentes de agua y del paisaje. Las actividades en proceso de implementación para la recuperación del patrimonio cultural están referidas a temas como la artesanía textil, del cual tenemos un convenio vigente con Fedevivienda,[22] cuya proyección inmediata será la conformación de una microempresa artesanal que tendrá como sede la Capilla de Siecha.

La recuperación de la alfarería como tradición ancestral de los habitantes del valle de Guasca hace parte también de los programas a desarrollar dentro del proyecto del parque. De igual modo, como parte del proceso de recuperación de la memoria histórica de la región, Asosiecha ha estado muy interesada en apoyar los trabajos de grado que contribuyan a ello; cabe mencionar el estudio de exploración de pintura mural en la Capilla de Siecha, llevado a cabo dentro de las investigaciones previas al estudio de restauración total del Monumento.

Siecha: poblamiento prehispánico y fundación de la capilla

El valle interandino de Guasca, donde se encuentra hoy la capilla de Siecha, tuvo al momento de la conquista española una población numerosa. En estas tierras ejercía control el cacique de Guatavita y eran tenidas en gran valor por otras unidades políticas muiscas, por encontrarse en ellas uno de los sitios sagrados importantes para esta etnia, como es la laguna de Siecha, en la que se celebraban fiestas y ceremonias religiosas. Según Liborio de la Zerda en su obra El Dorado, allí se celebraba la ceremonia de Eldorado y no en la laguna de Guatavita, como se ha creído siempre. En ella se arrojaron los tesoros del cacique de Guatavita y los del Chía al saber de la llegada de los españoles. En el valle tenía su asiento el cacicazgo de Guasca, que estaba constituido por varias parcialidades entre las que sobresalía la del cacique de Siecha.

La palabra Siecha se deriva de xiegua o siegua, que significa agua entre colinas, lago, laguna; según Acosta Ortegón sie quiere decir agua. El historiador Vicente Restrepo dice que la palabra siecha está formada por las voces, sie: agua, y cha: varón.

En la segunda mitad del siglo XVI, en la medida en que se fue consolidando la colonia española, se dictaron leyes que marcarían el destino tanto de los indígenas como de los españoles que vinieron a establecerse en estas tierras y que señalarían una organización del espacio diferente a la que tradicionalmente tenía la población aborigen. Es así como surgieron, en primera instancia, las encomiendas que trajeron como consecuencia la imposición de tributos y el trabajo personal de los indios a favor del encomendero y, casi simultáneamente, las estancias y haciendas de españoles. El repartimiento de Guasca desde un comienzo fue dado a la Real Corona, junto con los pueblos de Fontibón y Cajicá lo que muestra la importancia que tenía en la época.

Desde ese momento se inició la evangelización de los indios. Las ordenes religiosas se encargaban de la labor misional por lo que, muy probablemente, en la segunda mitad del siglo XVI, los padres dominicos levantaron en el sitio de Siecha una capilla de apoyo a su labor.

Para el mapa de Guasca, elaborado por el cura Manuel Félix de Velasco en 1758, se ubica a Siecha y a la capilla en la parte baja del territorio el “llano de comunidad donde se hallan veinte y seis casas de indios, circundando al conjunto por los molinos de Tobar y de Flores, la iglesia de Siecha, Casa de Teja, piedra naranjada y una venta, a un lado del camino de Santa Fe a Tunja, y en los otros costados la Quebrada Munloca, el sitio de Agua Caliente y el Molino de Vanegas” (Arch. Nal., Mapoteca 4 ref. 183 A).

Proyecto Parque Natural y Cultural de Siecha

La propuesta de constitución del Parque Natural y Cultural de Siecha está definida a partir del concepto de parque abierto en el cual se integrarán todos los elementos que conforman el ecosistema del valle de Guasca y sus zonas aledañas, como escenario de recreación y cultura para sus habitantes y para quienes visitan la región. Con el fin de dirigir la atención en este sentido, la Capilla de Siecha se constituiría en un centro cultural como ente promotor de acciones de valoración, protección, disfrute y uso productivo y sostenible en torno al patrimonio cultural y natural de la región, que involucrará a gran parte de la comunidad. En este sentido, se tienen previstas las siguientes acciones:

· Elaboración de un proyecto de estructura territorial a nivel regional que incluya los aspectos arqueológicos, urbano-arquitectónicos, socioeconómicos, culturales y ambientales de la zona.

· Elaboración de una propuesta arquitectónica que conlleve a la conservación y restauración de la capilla, así como a la recuperación paisajística del área de influencia directa.

· Elaboración de una propuesta antropológica dirigida a preservar y recuperar el patrimonio arqueológico y cultural de la región, que permita, por un lado, la definición del área de influencia histórico-cultural del parque y, por otro, la identificación de saberes y tradiciones culturales a través de la investigación participativa, que ameriten su conservación y revitalización.

· Elaboración de un diagnóstico ambiental de la cuenca de los ríos Siecha y Chipatá, con énfasis en el área de influencia del parque, señalando las condiciones físico-bióticas, culturales y socioeconómicas, que conlleve a la formulación de una política ambiental para la conservación de fuentes de agua y de paisajes valiosos.

· Elaboración de un programa de actividades educativas tendiente a promover la valoración y protección del patrimonio natural y cultural del valle de Guasca.

· Los componentes del Parque, definidos en la propuesta de recuperación de parte del Área de Influencia de la Capilla de Siecha, comprenden: la restauración de la Capilla de Siecha como centro cultural; el estudio, la recuperación y preservación del área arqueológica de la zona; el Jardín Botánico y el vivero de especies nativas; lagos recreativos; un parque infantil, así como plazas y servicios para visitantes.

BENEFICIARIOS

Entre los beneficiarios directos del proyecto se encuentra la población local de las quince veredas que integran el municipio de Guasca, calculada en 12,000 habitantes, aproximadamente, a través de la participación de las comunidades locales, de los funcionarios públicos y de la gestión que se implementará en las escuelas y veredas. Con la ejecución y promoción del Parque Natural y Cultural de Siecha, además de los beneficiarios directos, se señala como beneficiarios indirectos a la población de visitantes, en su mayoría bogotanos, que acuden a este municipio en busca de un disfrute de la naturaleza y de sus tradiciones locales (caminatas ecológicas, pesca, recreación etc.).

CONCLUSIÓN

ASOSIECHA es un ejemplo de participación ciudadana, fruto de un largo proceso de seis años de lucha; la experiencia de una comunidad campesina que es obligada, por las circunstancias, a organizarse para conocer y defender sus derechos. Como se dice popularmente: “No hay mal que por bien no venga”.

La experiencia en Siecha es una muestra palpable de que la formulación de las leyes no es garantía suficiente de su cumplimiento ni de su vigilancia por parte de quienes están obligados a hacerlo. Como ejemplo basta mencionar que, desde el año 1974, se aprobó el Código de los Recursos Naturales, conocido como una de las mejores y más antiguas legislaciones ambientales de Latinoamérica y sin embargo, aún hoy, un cuarto de siglo después, los colombianos están abocados a la triste realidad de que “diariamente en Colombia se secan dos quebradas como consecuencia de la destrucción de los bosques de montaña. A ese ritmo, dentro de 50 años no tendremos fuentes de agua.”[23]

El valor que la comunidad de Siecha le ha dado a su tierra, a sus aguas, a su paisaje, a sus gentes y a su pasado, fue el mayor logro obtenido al final de estos años de lucha. Se abrió un nuevo camino que recuerda el poema de Antonio Machado “se hace camino al andar”, porque no existían fórmulas mágicas, porque, en un principio, la comunidad no sabía qué hacer y sus peticiones no tenían eco. De lo único que estaba segura era de que tenía razón; por eso luchó hasta el último momento. La historia estaba por escribirse y era muy importante hacerlo. Las comunidades a lo largo y ancho del país se ven abocadas continuamente a situaciones similares, ojalá esta experiencia sirva de ejemplo y esperanza para quienes, al igual que los miembros de ASOSIECHA, sueñan con un futuro mejor.


[2]. Díaz Ortiz Reinaldo. Diagnóstico del estado de conservación y recomendaciones para la intervención de la Capilla de Siecha en el municipio de Guasca. Colcultura, Bogotá, 1990.

[3]. Personería Jurídica del Ministerio de Agricultura. Resolución 634 de agosto 9 de 1991. Agradecemos el apoyo del Dr. Eduardo López Ibáñez, coordinador de Cabildos Verdes del Inderena.

[4]. Colcultura-ICAN. Programa Arqueología de Rescate, proyecto de investigación, 1991.

[5]. Dr. Eduardo Villate Bonilla.

[6]. Dra. Carmen Lucía González.

[7]. Dra. Piedad Vallejo Márquez.

[8]. Sr. Pablo Pedraza, alcalde municipal de Guasca.

[9]. Comunicación SE-743-92 de marzo 10 de 1992, firmada por María Teresa Calderón, secretaria ejecutiva.

[10]. Concepto sobre el estado de las explotaciones de materiales de construcción en la zona de influencia de la Capilla de Siecha, municipio de Guasca, Cundinamarca. Ingeominas, Subdirección de Minería. 1993.

[11]. Dr. Eduardo Noguera Cotes, subgerente de desarrollo, abril 7 de 1992.

[12]. Sr. Carlos José Cifuentes Pedraza, alcalde municipal.

[13]. Dr. Hernando Lozada Isaza.

[14]. Ministerio de Hacienda y Crédito Público. IGAC. 12511.

[16]. Ingegravas Ltda., localizada en la vereda de San Isidro, inmediata a la Capilla de Siecha.

[17]. Agregados de los Andes, Agreandes Ltda. - e Ingeniería de Gravas - Ingegravas Ltda.

[18]. Informe técnico. Visita evaluativa empresas gravilleras, área aledaña a la Capilla de Siecha., Guasca Cundinamarca. División de Programas y Coordinación, División Jurídica. SEMAC. 1994.

[19]. Dr. Víctor Manuel Rivera Monsalve, radicación Minminas 69102, mayo 25 de 1994.

[20]. Cundinamarca en cifras 1994-1995. Gobernación de Cundinamarca. Departamento Administrativo de Planeación. Unidad de Análisis y Estadística. Santafé de Bogotá, D.C., septiembre de 1995.

[21]. Ejemplo nacional. Asosiecha: la tromba muisca, Andrés Hurtado García. El Tiempo, agosto 26 de 1995.

[22]. Proyecto de capacitación y generación de ingresos para mujeres. Convenio celebrado entre la Federación Nacional de Organizaciones de Vivienda Popular, Fedevivienda y la Asociación para la Defensa del Patrimonio Natural y Cultural de Siecha Asosiecha, abril 15 de 1996.

[23]. Revista Cromos, separata especial Medio Ambiente.


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